Sobre mi
He dedicado mi vida a madurar la práctica de técnicas que considero imprescindibles para cualquier persona. Desde elegir una actividad física para una organización psico-motriz hasta conocer al menos una secuencia de ejercicios respiratorios que favorecen la salud y liberan al ánimo, hay muchos tesoros del conocimiento, insospechables, que son joyas para una vida en evolución. Siendo distintos entre nosotros, hay un hilo común invisible que nos une y nos remite a diario a cuidar la naturaleza íntima de
nuestra estructura. En esta web puedes encontrar los talleres y cursos que ofrezco para impartir en tu centro o de forma individual, así como publicaciones y otros servicios.



Mi trayectoria empieza con la Filosofía Pura, en la universidad de La laguna, allá por el 1984. Al no encontrar su aspecto práctico, aparco la carrera para adentrarme en el mundo de la meditación yoguica, con ocho años de retiro en la naturaleza, en varios lugares.
Durante el retiro, me dediqué al estudio y práctica de las técnicas del vedanta y del budismo. Un I Ching y un librito de acupuntura mecieron mi tiempo libre, abriendo mi imaginación al cuerpo sutil, mientras leía y releía a Khalil Gibran. Fue la etapa en la que comprendí la importancia de muchos legados antiguos, no presentes en la carrera, sobre la naturaleza humana. Descubrí la importancia del adiestramiento de la mente y del espíritu. A la vuelta al mundo mundano, mi formación e investigación se torna autodidacta principalmente, pasando por varias fases de formación en temas siempre relacionados con el lugar del humanismo en la vida.
Me acerqué a la digitopresión con la Gran Fraternidad Universal buscando profundizar en los resonadores y meridianos estratégicos de la fisiología. Eso ocurrirá definitivamente en 2012 con los estudios de MTC en la Escuela Tian de Sevilla, fundada por el maestro cirujano José Luis Padilla (traductor de textos antiguos de primera mano. Maestría).
Asistí a seminarios sobre psicología cognitiva en la universidad de La Laguna y de Granada y las propuestas gestálticas en auge me llevaron a que no todo se arregla con la mente adecuada. El profundo conocimiento de la fisiología en las culturas orientales aporta información sobre localizaciones corporales claves. Hay distancias estratégicas con respecto al cerebro que reavivan una alquimia antes que el pensamiento. La epistemología del conocimiento no puede saltarse este aspecto.


Los seminarios sobre permacultura y agricultura sinérgica en Fascinas y Sanlúcar, allá por el 1999, con Emilia Hazlip en representación de Fukuoka, me aportan el terreno para apoyar una humanidad que se preocupa de la sostenibilidad. Es cuando la alimentación sátvica, propuesta en el ayurveda, respecto a la sinergia en la digestión, encuentra ciencia. Una ciencia que beneficia al mundo vegetal y a la tierra, a la vez que sirve a las personas.
Participé de jornadas de divulgación científica y asistí allí donde hubiere acercamiento a la física nuclear. Con Nassim Haramein como último hallazgo de gran valor (2010) sobre la comprensión de la dinámica de la partícula de la luz, entendí como la geometría siempre presente entre los filósofos antiguos, no se refería a la astronomía sólo. Como si de un mapa de la materialización de los fenómenos se tratara, Drunvalo Melchizedec me aportará más en cuanto a la constitución última de la materia que la física puede captar. A aquello que dio nombre a la metafísica en la antigüedad.
Estudiar siempre lleva al derecho de invocar a una mejor humanidad. A aventurar esperanzas elevadas como algo necesario para que no se estanque la razón humana.
En el 2004 unas jornadas en Barcelona, referentes al tema de la relación e interdependencia entre la conciencia y energía, con los planteamientos actuales -de la mano de Ramtha– al respecto de la sabiduría antigua, me devuelven a la antroposofía.
Durante esos años, escribí sobre los derechos existenciales del desfavorecido en la guerra libanesa (puedes ver mi libro aquí), y reflejé su situación en el documental “Dummy Líbano” (ver documental aquí).
También rescaté la obra flamenca –“Naturaleza viva”- de un cantaor gitano brillante en su hondura. Mantuve unos capítulos en un programa de televisión regional titulado “Mantente en lo desconocido”.
Cooperé en varias ONG con conferencias que planteaban el hambre y la guerra como cuestiones de atraso global por parte de las sociedades dominantes.
